domingo, 29 de noviembre de 2009

Jugando la paciencia

Como les comenté en la entrada anterior, la semana pasada tuve que esperar los resultados del comité académico con respecto a mi proyecto y, para serles sinceros, tanta espera me estaba volviendo loca. No sabía qué hacer, así que decidí buscar en el recetario de mi abuela algo que me permitiera enfocarme por un rato en otra cosa. Busqué, y busqué, y por fin encontré algo que se ajustaba a mi caso: ¡Caracolas con avellanas! Esta receta implica amasar lo cual en mi situación de desespero era una idea gratificante y que no se veía tan complicada como hacer una masa de hojaldre (aunque estoy meditando si me atrevo en estos días).

Caracolas
60 gramos de azúcar
250 gramos de harina
1 pizca de sal
3 cucharaditas de polvo de hornear
60 gramos de mantequilla, más suficiente para untar
1/2 taza de leche
1 huevo
1 taza de avellanas desmenuzadas

Como podrán observar es bueno tener una pequeña pesa de cocina y un vaso con medidas, son utensilios fáciles de conseguir y hay de diferentes precios para todos los tipos de bolsillos.




Una pizca o pellizco no es una medida muy científica y exacta, pero mi concepto personal es: todo lo que se mantenga entre el pulgar y el índice.

Lo de las cucharas y cucharaditas es fácil, usen las de su cocina.

Medir la cantidad de mantequilla siempre me ha resultado lo más difícil, al momento de dosificar los ingredientes, por eso prefiero verificar cuando la compro que señale en el empaque porciones y diga donde cortar, como pueden observar abajo.




¡El huevo!

Una vez medidos todos los ingredientes comenzamos. No olviden primero enmantequillar el molde que usaremos luego.

Procedemos a tamizar (pasar por un colador) la harina, el polvo de hornear y la sal. Si se preguntan para que se hace esto, pues es para evitar los grumos y que la mezcla de estos ingredientes sea más homogénea.

Batir la leche con el huevo.



En el bol donde tamizamos los ingredientes secos se incorpora la mantequilla y comenzamos a amasar. ¡Ojo! les sugiero que se pongan en las manos un poco de aceite vegetal para que la masa no se les pegue tanto ahí.

Mientras amasamos agregar poco a poco la mezcla de la leche con el huevo.

No se asusten parecerá un monstruo lleno de grumos por unos segundos, pero sigan amasando hasta que se convierta en una masa suave y unitaria.

Transferir al mesón esparcido con harina.

Dividir la masa en 6 pedazos.

Tomar cada pedazo y rodar por la mesa hasta que queden largos y finitos. Esta es la parte más divertida, sentí por un momento que me transporté a la época donde sólo me tenía que preocupar por jugar con plastilina.

Con cada una de las partes que separamos previamente, hacemos lo siguiente:

Las untamos con mantequilla.


La picamos a la mitad.


Ponemos las mitades en paralelo y espolvoreamos con avellanas.

Unimos desde el centro en forma de espiral y se notará que comenzamos a formar un caracol.

Haremos este procedimiento con cada una de las partes y veremos la maravillosa metamorfosis de gusanos a caracoles.

Ubicamos a cada una de nuestras caracolas en el molde previamente enmantequillado con espacio suficiente entre ellas para que no se peguen al expandirse en el horno.

Hornear a 360°F. por 15-20 minutos. Apenas saquemos del horno las caracolas colocarles el glaseado que habremos hecho segundos antes.

Glaseado:
50 gramos azúcar pulverizada
1 cucharada de agua caliente

En una taza unir el azúcar pulverizada y el agua rápidamente.

Con la mezcla se glaseará las caracolas. Yo no tengo pincel de cocina y le puse el glaseado a las caracolas vertiéndolo desde la taza y ayudándome con la cuchara. ¿Saben qué les sugiero?
¡Vamos todos a comprarnos un pincel de cocina!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

No puedo más, me voy a desestresar

¡Hola!, he decidido compartir con ustedes el remedio a mi estrés, pero antes es necesario que les explique el por qué de mi situación actual: estoy en tesis.
Muchos pensarán: ¡qué dices, si ya te encuentras en la recta final!, pero yo en vez de sentir este paso como el final del camino, en muchos momentos, más bien lo veo como un túnel oscuro, y el que se encuentre en la misma situación que yo, o haya pasado recientemente por esto, sabe de lo que estoy hablando.
Y luego de haber intentado desde la relajación hasta 'jalarme' los cabellos, les digo: mi solución para estos momentos de profunda desesperación se encuentra en la cocina, más específicamente en la preparación de dulces.
Aquí saldrán unos gritando: ¡Pero estas loca!, ¡eso requiere experiencia!, y yo que nunca he puesto pie en un curso de cocina, les digo que no, lo único que se necesita es un horno, moldes, e ingredientes, sin mencionar un recetario muy explícito. Entonces, quiero comenzar mostrándoles la receta que decidí preparar hace dos semanas mientras mi proyecto de tesis estaba en Comisión, pues necesitaba algo para calmar la ansiedad de la espera, y qué mejor que un dulce.

Torta de queso americana (cheesecake) con sirop de fresa

Tartaleta o base:
3 cucharadas de mantequilla
3 cucharadas de azúcar
1 yema
1 taza de harina
1/4 cucharadita polvo de hornear
1/4 cucharadita sal

En un envase se agregan los ingredientes líquidos más el azúcar.
Una vez que estén bien mezclados, se agregan todos los ingredientes secos y se comienza a amasar.



Poner la masa en un molde previamente enmantequillado y extender por todas las paredes del mismo. Yo sugiero que el molde sea de unos dos dedos, es decir, no tan alto, pero lo suficiente para contener luego el relleno.


Hornear por 15-25 minutos a 325°F. Eso es en mi horno, chicos. Verifiquen, por favor, si el suyo está en grados Fahrenheit o Centígrados.

Relleno:
430 gramos de queso crema
2 huevos
2 tazas o 1
1/2 de azúcar (depende de que tanto azúcar requiere tu organismo para desestresarse)
1 cucharada de vainilla (yo puse más porque soy una amante de la vainilla)

Ablandar previamente el queso crema, esto se logra dejándolo un rato a temperatura ambiente, pero ¡ojo! es sólo un rato, la idea no es que se dañe. Luego mezclar todos los ingredientes.


Poner sobre la tartaleta previamente horneada.

Introducir al horno a 300 °F. Recuerden verificar si el suyo está en Fahrenheit o Centígrados si no la diferencia es del sol a la luna. En 45 minutos debería estar listo, recuerden que no se supone que esté muy dorada así que no teman que esté cruda.


Sirop de fresa:
300 gr de fresas
3 cucharadas de azúcar
1 cucharadita de gelatina sin sabor
Agua necesaria para licuar

Se ponen en la licuadora todas las fresas, excepto 5, se agrega agua, ésta debe quedar un dedo por debajo de las fresas, pues si no la mezcla resultará muy aguada. Se agrega el azúcar y la gelatina y se licúa. El todo se pone en una ollita a fuego medio y se mezcla esporádicamente mientras reduce su volumen.

Cuando el líquido tome un color oscuro, se procederá a cortar en pequeños pedazos las fresas que reservamos y se las agregaremos a la ollita que seguirá en el fuego.
Una vez que el líquido se reduzca a la mitad estará listo, pero si desean más espeso su sirop déjenlo un poco más al fuego, pero recuerden que la gelatina hará que al enfriar el líquido espese mucho más.

Se espera que esté tibio y se vierte sobre la torta, si queda se reserva para el momento de servir.



Curiosidad de la lengua: Halar vs. Jalar. Hace rato hablé de jalarme los cabellos, y con respecto a jalar se ha dicho bastante. Lo que dice Mike Vargas en su página me parece muy adecuado para explicar el asunto, es decir, ambas formas están aceptadas por la RAE (Real Académia Española). Sin embargo, halar proviene del vocablo latino hala, mientras que jalar del vocablo francés haler, en los círculos académicos se prefiere la forma con h, pues la segunda se considera como parte del español vulgar.
http://comoseescribe.wordpress.com/